Bueno: tras un fin de semana acompañada de Rosa y Gonzalo, haciendo de nuevo turismo por las calles de esta maravillosa ciudad, me dispongo a descubriros un par de nuevos lugares de los cuales no había hablado todavía en el blog... pero vamos por partes.
El sol ha comenzado ha hacer su aparición más a menudo, la temperatura es más que decente, y el azul ha vuelto al cielo de París. Cualquier hora es buena para salir y disfrutar de la ciudad, que adquiere una nueva dimensión, una nueva personalidad. Es la diferencia entre una peli en color y otra en blanco y negro...sólo que todo sigue siendo como en las pelis de Chaplin (es decir, hermosísimo) pese a que el colorido lo inunda todo, e incluso me cuesta reconocer las calles. El cambio que ha operado la climatología no es exclusivo para esta ciudad, como podeis comprobar: en mi interior también florecen pequeños pastitos interiores (parafraseando a Miguelito...)
Pero en fin, quizás sea sólo mi cabeza, quizás mi optimismo, pero cada día me despierto con una nueva sorpresa, siempre el día me depara algo maravilloso (y no estoy exagerando...) tengo muchas cosas nuevas que contar, pero por hoy me limitaré a hablaros del Jardín de las Plantas, y de la Mezquita, que están al lado el uno del otro, y es una buena opción para pasar un día entretenido.
En primer lugar está el Jardín de las Plantas, un parque estilo francés (cómo no) que alberga en su interior preciosos paseos, pero también un zoológico (parte del cual está abierto al público), el Museo de Ciencias Naturales, un jardín botánico, varias exposiciones (la que está ahora mismo es de Cetáceos), el Museo de la Mineralogía y la Galería de la Evolución y la Paleontología. Os podeis imaginar cómo me puse el día que lo descubrí: me tiré como media hora delante del museo (que ya estaba cerrando) intentando ver la pelvis vestigial en el esqueleto de ballena que se ve desde una ventana (pero no la encontré). Es un paseo increible para estar allí todo el día, y disfrutar de las maravillas de la vida y el universo.
Al lado se encuentra...el Magreb. Una pequeña esquirla del corazón del Norte de África clavada en el centro de París. Un patio cerrado, con varios edificios en su interior (incluyendo una Sauna, abierta para hombres y mujeres en días alternativos) en el cual se puede disfrutar, por un módico precio, de un buen té moruno servido en un ambiente aún más moruno. El centro de todo eso no son los maravillosos pasteles expuestos en un mostrador nada más entrar, sino la mezquita.
Gonzalo y Rosa, que realizaron conmigo éste mismo recorrido, os pueden hablar del maravilloso día que pasamos.
Me han pasado otras cosas desde la última vez que escribí, la verdad es que estoy en racha, pero me las guardo para la próxima actualización. Sólo deciros que estos días mi periplo ochentero está alcanzando su cénit (espero) mientra me trago, una detrás de otra, las seis pelis de Star Wars. Después de esto, ya he subido demasiado, y creo que sólo queda bajar...
Muchos besitos a todos.