miércoles, 3 de diciembre de 2008

Los tejados

Ahora mismo, llueve en París. Es una lluvia finita, que se va acumulando en los tejados hasta caer goteando. Desde mi ventana, lo alto de la torre de Montparnasse apenas se distingue entre la niebla, y todo París está sumido en una quietud sobrenatural, que intento acallar subiendo el volumen de la música. Ni siquiera se escuchan los coches aquí arriba (el tráfico es mucho menos denso que en Madrid), y tengo la sensación de estar en lo alto de un enorme árbol de hormigón, en medio de un bosque gris que se extiende hasta donde alcanza mi vista, silencioso y gorgoteante, pero con esa sensación implícita a todos los bosques del mundo de estar rebosante de vida, escondida aquí y allá, por muy tranquilos que parezcan los tejados grises azulados, aunque tan solo dos o tres chimeneas (esas chimeneas tubulares de cerámica) humeen a lo lejos, y la luz no se aprecie todavía en las cientos ventanas que pueblan las buhardillas curvas.
Efectivamente, aquí la vida bulle y desaparece con la misma facilidad que lo haría en una jungla, y provocando exactamente el mismo efecto en sus habitantes, es decir, ninguno. Nada parece alterarse, y todo sigue igual, la ciudad entre la niebla gorgotea exactamente igual que la semana pasada
Monsieur Auzias, aquel que os presenté en una de mis primeras entradas en el blog, me anunció hace apenas tres semanas que posiblemente tuviera que hacerse ingresar por unos dolores abdominales que se habían revelado como un cáncer de estómago. Y hace tres días, mientras subía las escaleras de mi casa, me encontré a la portera que me anunció, con voz queda: “Il est mort.”.
El viernes iremos al mismo cementerio que os pongo en mi última entrada, Père-la-Chaise, para realizar un pequeño homenaje, en el que escucharemos una canción que él mismo grabó con su guitarra antes de morir.
Y esto es todo hoy… la verdad es que no tengo ganas de escribir más, aunque han pasado muchas cosas. Otro día os las cuento. De momento, hoy le dedico por segunda y última vez el blog a Monsieur Auzias, la primera persona que conocí al llegar a París.

jueves, 30 de octubre de 2008

El Cementerio de Père-Lachaise

El otro día, Daniele y yo fuimos a visitar el cementerio más grande de París: Père-Lachaise. Al llegar a la entrada un francés muy simpático nos preguntó si queríamos un plano… sonriendo dijimos que no, y subimos la escalera riéndonos de la ocurrencia. Hasta que tuvimos que volver a bajar a por el plano, por que el cementerio es tan grande que pueden circular los coches por él, tiene calles con nombres y números, y varios itinerarios marcados para que puedas visitar en un día todas las grandes celebridades que allí descansan. Y por supuesto, sin el plano es imposible orientarse, por que son 43 hectáreas de celebridades.
Hacía un día precioso, así que paseamos tranquilamente de tumba en tumba… las hay que son tan sólo grandes losas de mármol con letras doradas encima, pero son las menos. Principalmente son grandes sepulcros, muchas veces con esculturas increíbles encima, o bien capillas con cristales de colores, puertas desvencijadas y estrellas de David u otros símbolos grabados en la piedra junto con el nombre de la familia. Hay tumbas de todos los tamaños y formas, formando un laberinto increíble que, bañado por el sol de media tarde, se convierte en un paseo digno de las novelas de Anne Rice: si yo fuese Lestat también me retiraría unos cuantos años a descansar en un cementerio como este. De hecho, creo que no he sido a la única a la que se le ha ocurrido la idea, por que se rumorea que durante años este cementerio (al igual que las catacumbas, el auténtico reino de la muerte aquí en París) ha sido escenario de las perversiones más oscuras, misas negras, etc.
Dejando de lado la noche, y volviendo a la luminosidad que esa tarde inundaba el cementerio, teneis que saber que Père-Lachaise es más que un cementerio: hay auténticos jardines sembrados de tumbas, flores, cipreses… y una torre blanca que se yergue como el cuerno de un unicornio en el centro de la parte más alta. También hay varios monumentos como por ejemplo los erigidos a los muertos de varios campos de concentración nazis, o el de los españoles muertos por la libertad.
Entre las tumbas famosas que podemos encontrar están la de Edith Piaf, la de Oscar Wilde (tatuada con cientos de lunares, que al acercarse se transforman en… labios rojos, de los besos que le dan las parisinas a la tumba), la de Chopin (aunque su corazón está en Varsovia), o la que varios jovencitos que nos cruzamos, guitarra a la espalda, iban a visitar, la tumba de Jim Morrison.
Como curiosidad para Sara añado que encontré la tumba de un personaje que le interesaría y me hice una foto con ella para probarlo: un pedrolo negro tremendo con letras doradas en el que sólo ponía “Sauron”.
Esto es todo: solo deciros que si un día os animais a venir y dar un paseo vengais pronto, por que sobre las seis y media el cementerio cierra sus puertas… y comienza el reinado de los no muertos mmwwahahahahahaha… (Disculpad la risa malévola, he creido que tanto el tema como el final eran apropiados para Halloween)
PD- Por cierto, os invito a que os paseis por el Blog de Juanpi, DegeneraciónX (el enlace está más arriba) para que leais lo que pasó el otro día en el partido del Estu...)

jueves, 16 de octubre de 2008

21 en París

Ya iba siendo hora de actualizar…desde la última vez han pasado muchas cosas. Veamos… Para empezar, la semana pasada unos cuantos nos fuimos a tocar la guitarra nueva de Francesco (mi profe particular de guitarra y de italiano) al Pont des Arts…este puente peatonal sobre el Sena es la alternativa a dejarnos el dinero en bares, y siempre está lleno de gente tocando, bebiendo, o simplemente viendo París de noche, iluminada siempre en colores cálidos que contrastan con el negro azulado de los tejados: de noche la ciudad se viste de luz como si fuese a ir a una fiesta. Poco a poco entre “Michelle” y “Wonderwall” los demás fueron llegando. Y la gente del puente se nos iba uniendo: de repente un violinista que pasaba por allí comenzó a improvisar junto a Francesco en la canción de “Stand by me”… y los miembros de un grupo que volvían de ensayar comenzaron a secundarle. Cuando nos dimos cuenta estabamos todos como locos bailando “La Bamba” mezclada con “Twist and Shout” con gente que pasaba por allí y que quería bailar con nosotros… escuchar “Comandante Che Guevara” cantada por franceses e italianos que no entienden lo que significa la letra y acompañada de djembé, violin y cuatro o cinco guitarras es una experiencia inolvidable.
Y poco a poco, con el tiempo, me voy haciendo cada vez más a esta ciudad: cuando me preguntan por la calle ya entiendo y soy capaz de dar indicaciones, aunque tengo días muy espesos…
Además, para acabar de encajar aquí, el lunes pasado (como muchos sabeis) fue mi cumpleaños, y pasé a la cifra mágica de 21, lo cual no me hizo ni puñetera gracia, pero la otra posibilidad me gustaba todavía menos así que accedí a pasar por el aro. De repente, en medio de un bar de Bastille un montón de gente comenzó a cantarme el cumpleaños feliz en francés, inglés, alemán… mientras los italianos me deseaban “auguri”. Al día siguiente amaneció soleado y caluroso…Y el regalo de cumpleaños que me he hecho ha sido ir al cine a ver durante tres días seguidos (una para cada parte de la trilogía) esa fantástica película que tantos me habíais recomendado y yo no encontraba el momento para ver: El Padrino, trilogía completa, en versión original (inglés-italiano-siciliano) subtitulada en francés, y rodeada de italianos (y Gaetano, un siciliano auténtico).
Al día siguiente, el cumpleaños de mi padre, una carta desde España me trajo el olor a lavanda del patio de mi casa y las letras de mis padres y hermanos. Y cuando por fin pude conectarme al tuenti, facebook, correo electrónico y demás elementos de mi Ka virtual, me esperaban medio centenar de felicitaciones con todo vuestro cariño. Quiero a todos, y en especial a mi familia, todo lo que me apoyais desde allí… no sabeis cuanto significa tener siempre un correo que contestar, una noticia nueva, o simplemente un guiño que venga de mi tierra. Gracias, gracias, gracias mil a todos. Hay días en los que me devolveis la sonrisa a la cara.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Noche Blanca

Este fin de semana ha sido en París la Nuit Blanche, es decir, que todos los parisinos (y los que no lo somos) pasamos la noche del sábado dando vueltas por París, viendo todo lo visible, aunque la verdad es que me fui prontito por que estaba un poco enferma, pero ya se me ha ido pasando. El domingo, por ser el primero del mes, abren algunos museos de forma gratuita, y Amaranta (una amiga italiana) y yo decidimos ir al museo de Orsay: así que me invitó a comer pasta en su casa (pasta de verdad, riquísima!) y luego nos fuimos al museo, donde empezaron a aparecer el resto de nuestros amigos que se apuntaban al plan… lo malo fue que según la costumbre italiana llegaron tardísimo. Por suerte existe otra costumbre italiana que pone remedio a la primera, y es saltarte las colas. Así que tras casi una hora de cola unos, y cinco minutos otros, entramos al museo, que es… completamente mágico. Los que ya lo hayais visitado lo entendereis: las esculturas del patio central, y las pinturas impresionistas hacen un conjunto perfecto. Aproveché para hacer un montón de fotos, pues es uno de los museos más bonitos que he visitado en mi vida.
Después, para rematar el fin de semana cultural, fuimos a un cine cerca de la Place de la Sorbonne, que hacen descuentos a los estudiantes y reposiciones de películas de Woody Allen y François Truffaut, entre otros. Así que vimos “Jim et Jules”… que os recomiendo encarecidamente. Por hoy esto es todo... me ha quedado un poco escueto pero es que los mocos que llenan mi cabeza no dejan circular fluidamente las ideas. Besos...

viernes, 3 de octubre de 2008

La primera raíz...

Hoy, 3 de Octubre, hace un mes que estoy en París.
Y precisamente hoy he empezado a sentir “eso”, seguro que todos los que habeis vivido conmigo en el Cova o el Teresa lo entendeis: esa sensación de que no estás en casa, pero casi. Recuerdo perfectamente el momento en el que sentí eso por primera vez en Madrid: estaba acarreando mi maleta verde por las escaleras del Teresa, hasta el segundo piso, dónde vivía en la habitación 210. No me había quedado ni un solo fin de semana desde que empezó la universidad (estoy hablando de finales de noviembre), y no tenía amigos en la ciudad: no conocía a Juanpi ni, por lo tanto a ninguno de los argandeños que tanto me marcarían meses después. No aguantaba a las veteranas del colegio, apenas hablaba con mi compañera de habitación, y en clase no conocía mucha gente. Pero ya habían empezado mis conversaciones con María José, conocía un poco a Sara (aunque pensaba que era una especie de duende raro y pequeño que siempre llevaba un jersey del Señor de los Anillos, y me saludaba asomando la nariz por encima del libro que estaba leyendo acurrucada en la esquina de la cama), e Inés ya había subido a mi cuarto con sus altavoces a escuchar Marea y Extremoduro. Yo estaba triste, como siempre me ponía triste cuando hacía el recorrido Avenida de América-Ciudad Universitaria. La ciudad se apagaba lentamente con el invierno, cada domingo hacía más frío a la vuelta, pero no era el frío de Soria, que te atraviesa como cuchillos limpios y relucientes, un frío que curiosamente he llegado a asociar con la idea de “hogar”, sino una masa sucia y pegajosa de frío blandengue, que es imposible tomarse en serio. Y mi maleta cada vez venía más cargada de Soria, al tiempo que asumía lentamente que mi vida ya no estaba allí.
Y fue entonces, precisamente entonces, en las escaleras del segundo piso, tirando de la maleta, cuando vislumbré la puerta de mi habitación. Me llegaba el barullo de la gente de abajo que se disponía a cenar, por que eran las nueve. Y entonces sentí eso, una especie de “ya estoy en casa” en el estómago, por mucho que mi cabeza supiera que no lo estaba.
Y a partir de ahí, llegó todo lo demás, las maravillas que ya conoceis y que vivimos juntos.
Hoy, en mi camino a clase, el frío glacial y húmedo de París (diferente también) me ha sorprendido en frente de los cristales de una librería de la Rue Soufflot, y me he visto a mi misma con la carpeta y el abrigo, andando rodeada de estudiantes que se disponían a ir a clase, como yo. Y de repente he sentido eso mismo… y mirando el Panteón me he dado cuenta de que lo he mirado tantas veces que ya es algo mío.
Y lo mismo ocurre con la buhardilla: cuando llego enciendo el ordena, me preparo un matesito y me pongo música… y ya estoy en casa otra vez.
Aun así, no puedo algunas veces repasar todas las fotos y los vídeos de las fiestas que hemos hecho, y acordarme de todo lo que tengo en España… ¡cuantas raíces para un matojo tan pequeño!

lunes, 29 de septiembre de 2008

La Sorbona

Hoy, lunes, mi primer día de clase en París. Se acabó el cuento de hadas: entremezclada entre las masas de estudiantes que entran y salen de los anfiteatros ya no soy una Erasmus. Nadie me habla despacio, y los profesores no ponen un énfasis especial en pronunciar: esto es el mundo real.
Para que entendais un poco como funciona aquí la universidad, os explico: en algunas asignaturas, se organizan tres horas de clase semanales: una de Clases Magistrales (una hora), en grandes anfiteatros, en dónde un catedrático simpático (o no) pero siempre muy ocupado, suelta el rollo y apenas interacciona con los alumnos. O sea, como todas las clases en la Complutense (lo siento, pero en historia por lo menos, es así). Y las dos horas restantes, se organizan en grupos más pequeños de estudiantes, en salas más pequeñas, a fin de recibir una orientación más precisa sobre lo que llaman Trabajo Dirigido; un estudio en el que tu escoges el tema y desarrollas una investigación.
Esto ocurre en algunas materias: en otras, dependiendo de los créditos o del tipo de asignatura, somos grupos muy reducidos, e igualmente hay dos tipos de evaluación: trabajo y examen.
¿Y un Erasmus, que ventajas tiene? Pues para empezar, que puede escoger las materias que quiera: yo, en mi cuarto año de universidad, debería cursar Master 1, pero puedo escoger también asignaturas de Licence, lo cual significa que estudio cosas que ya sé, en muchos casos, lo cual no está mal. Además, casi todos los profesores entienden que al ser un Erasmus las cosas son difíciles para ti: solo tienes que presentarte como tal y… sorpresa! En historia (he tenido suerte, por que en otros estudios no pasa), quedas eximido de hacer el examen si no quieres (y por tanto, de ir a las clases magistrales, pero siempre es mejor ir para que el profe vea que tienes interés), y puedes dedicarte a hacer un buen trabajo.
Así pues, se me plantea un año algo más fácil de lo que en un principio había pensado, puesto que no tendré que tomar apuntes y estudiar directamente de ellos (de momento eso creo, veremos en el resto de las asignaturas) pero voy a tener que leer muchos libros en francés, y hacer muchos amigos franceses para que me corrijan los errores garrafales que seguramente meta en los trabajos.
Por hoy, esto es todo amigos… tan sólo permitidme un pequeño y precoz juicio rápido a la universidad francesa: es, en todos los aspectos, mucho más estimulante para el alumno que la que tenemos en España, por lo menos dentro de lo que yo conozco. Estimulante en cuanto a que te permite desarrollar una investigación desde el primer momento en el ámbito que tu elijas, lo cual es una golosina para cualquier historiador: ese trabajo no sólo hace madurar tu capacidad crítica ,sino que te empuja a aprender más allá de la historia clasica y lineal que aprendemos en clases, desarrollas una capacidad de juicio al tener que manejar forzosamente distintos tipos de fuentes, y sojuzgarlas tú mismo. La iniciativa de los trabajos opcionales no está mal, pero… aquí sabes que tu trabajo cuenta un porcentaje ya estipulado de tu nota final, y que tu esfuerzo no caerá en balde ante un profesor pasota (que los hay, por lo menos en la Complu)
Ahora voy a motivarme un poco más viendo los horarios de mañana: como tengo que elegir asignaturas, tengo que cursarlas todas esta semana, para poder contrastar. Aujourd´hui je suis crevée… au demain!

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El fin de semana

Este fin de semana han sido aquí en París las Journées du Patrimoine, en las que todos los edificios históricos, museos, galerías de arte (icluso propiedades privadas) quedan abiertas gratuitamente y con visitas guiadas. Así que unos cuantos decidimos pasarnos por la Ile de St. Louis a visitar un Hotel privado que lleva ahi desde el siglo XVII... y fue increible. Por allí habían pasado gentes de la familia real, de la corte, artistas y hasta el mismo Baudelaire. El mobiliario y los frescos de los techos y las paredes eran originales, y el decorado, las lamparas, los candelabros, todo estaba tal cual...
Por otra parte, y debido al precio altísimo de los bares en París (puedes llegar a pagar 7 euros por una cerveza)algunos hemos decidido pasar de los clubs y bares (que les gustan tanto a los alemanes) e irnos a pasar el tiempo al los Jardines de Luxemburgo, a tocar la guitarra de Julio (un italiano muy majo) hasta que deja de dar el sol. Aunuque no os lo creais en los jardines de Luxemburgo hay sillas, sillas sueltas para que la gente las mueva y las ponga donde quiera... y no estan pegadas con cemento! Y nadie se las lleva a su casa ni nada, siguen aquí!
Luego nos fuimos a beber vino (de botella!!) a un puente del Sena. Por que aquí la gente bebe también en la calle, pero de botellas, que hay que descorchar y todo, y se llevan sacacorchos y vasitos y copitas de cristal, y ensaladas y queso... El viernes igual, en la plaza del Trocadero, viendo la Torre Eiffel iluminada (ahora está azul y tiene un faro en la punta), es un lujazo hacer botellón así!
Ya os iré contando más... un besito a todos!

sábado, 20 de septiembre de 2008

No me llames extranjero...

Es curioso como el estar solo en tierra extraña te puede unir de una manera tan fuerte… ni siquiera hemos empezado la universidad, y todas las noches un grupo de Erasmus españoles, italianos, alemanes, suizos, rusos, etc. nos paseamos por el Boulevard St. Michel y decidimos donde podemos ir de fiesta. Por que siempre hay una fiesta para estudiantes en algún lugar de París, y especialmente si eres Erasmus. Y tengo suerte, porque muchas se encuentran en el corazón del barrio latino, es decir, que ni siquiera tengo que coger el metro o el autobús para volver, porque estoy al lado de mi casa.
Es divertido hablar en italiano y cantar “Oh bella ciao” con la letra original, o la cara con la que te miran los alemanes cuando les nombras Ramstein (porque allí se ve que no les gusta nada), y hablar todos en una lengua que no es la nuestra, el francés, masacrándolo cada uno a nuestra manera…
No se si habeis escuchado la cantidad de mitos que hay sobre el Erasmus: es pronto para que pueda decirlo, pero una cosa si es cierta, y es que existe un buenrollismo generalizado entre todos. Comemos, estudiamos y salimos juntos, porque todos (y algunos por primera vez) estamos fuera de casa, y vivimos solos.
Algún día os hablaré de la soledad, y de cómo la estoy sintiendo estos días más que durante el resto de mi vida… por eso creo que nos acercamos tanto los unos a los otros, y es comprensible. Mientras pasemos por la Rue Moufftard, o bebemos cerveza en algún bar perdido de La Place d´Italie, no estamos solos en las habitaciones, en las residencias, en las aulas, solos rodeados de gente extraña. Es precisamente la soledad la que conduce a la solidaridad.
Y la solidaridad nos ayuda a sentirnos un poco menos extranjeros…y un poco más europeos. Por que no pasa un día sin que en una conversación se entremezclen, en cuanto pasamos de la segunda ronda, el inglés, con el francés, el italiano, el español e incluso el griego!
De momento, aunque no haya empezado la universidad, mi experiencia en París es increíble...
Continuará…

lunes, 15 de septiembre de 2008

Comienzos

Acabo de dejar a mi madre en la estación de Neuilli Porte-Maillot, desde donde sale el autobús que la dejará en el aeropuerto de Beauvais, a una hora de camino. Son las cinco de la mañana.
Ya estoy sola en París. Ha sido muy difícil dejarla sin que me viera llorar, pero lo he conseguido.
Los últimos días los hemos pasado viendo Doctor en Alaska y Muchachada Nui, atiborrándonos de té y andando sin parar por las calles de esta maravillosa ciudad, sobre todo por el centro, y conociendo cada rincón del 5º Arrondisement, donde tengo el placer de vivir. Ayer, mi madre se quedó un poco preocupada, por que la sección de “Mundo Viejuno” de Muchachada Nui estaba dedicada a los Erasmus… y os podeis imaginar. Por otra parte, desde que no tengo a Cris de la Mañana en la pantalla de mi ordenador retransmitiendo por onda media desde la K- Oso, todo parece menos interesante… aunque se haya cortado el pelo.
Ya os iré contando poco a poco las cosas que ya conozco, pero como me quedan aun muchos meses de escribiros, prefiero ir a paso lento, y disfrutar más el camino.
Hoy me he dado cuenta de que por la noche, esta ciudad se apaga. Ni la Tour Eiffel, ni otros edificios lucen como a las once, cuando me acuesto. Pero el Arco de Triunfo si lo hace, y es lo primero que he visto desde los cristales del taxi tras salir de la estación, borroso por las lágrimas. Las calles desiertas, y apenas cuatro o cinco coches, pero él seguía encendido.
Al llegar a mi buhardilla, que tanto me gusta, me he dado cuenta de que con sus doce metros cuadrados, era demasiado grande para mí sola.
Creo que me voy a acostar un rato. O a comer galletas “Paquita” (lo más parecido que he encontrado a las digestive) y ver algún capítulo más de Muchachada Nui. Buenas noches.
PD: Acabo de leer los comentarios que me habeis dejado en el blog… no podía haberlos leído en mejor momento, chicos, me habeis subido la moral una barbaridad. Muchas gracias…

sábado, 6 de septiembre de 2008

Ciática

Escribo desde la cama del hotel. Esta ciudad me da ciática. A lo mejor es que las distancias aquí no son como en Madrid: ¿la ópera? ¡Si está ahi enfrente, a dos calles!. Ya.
Total, que bien.
Excepto por este pequeño detalle, todo es una maravilla. Andando por París, comiendo crepes, y encontrandote iglesias increibles, e incluso catedrales por todas partes! Lo que en cualquier otra ciudad habría sido monumento histórico y visita obligada para los turistas, aquí pasa desapercibido.
Tengo ganas de instalarme el lunes en mi buhardilla.
Y también quiero deciros, que seguramente no tenga internet allí, así que actualizaré menos, pero lo haré, lo prometo, e intentaré colgar fotillos cuando tenga el cable de la cámara.
Mientras tanto, que sepais que todos me acompañais, y en especial Maya, que me ha proporcionado con los 10 gb. de música que me pasó, la banda sonora del verano y mi año en París... ya casi no escucho otra cosa que Lisa Ono, Kevin Johansen o McEnroe... Aunque de vez en cuando me pongo un poco Sonata Arctica y esas cosas, para no olvidar raíces...
Besitos a todos, voy a hacer unos ejercicios con mi madre para ver si se me pasa lo de la espalda.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Monsieur Auzias

Ahora, mientras escucho "Anoche soñé contigo" de Kevin Johansen, efectivamente todo me parece un sueño... porque por fín lo encontré. El nidito de mis sueños. Una buhardilla en el barrio latino, a veinte minutos de la universidad, una casa USB (Unidad de Supervivencia Básica).
La ducha está en la habitación, pero no así el wc, que tiene su propia llave, y tengo que cruzar un pasillo, al igual que mi armario y el frigorífico. Y la buhardilla... no podía soñar con nada mejor. Cuando la vi supe que era para mí. ¿De precio? Practicamente tirada. No me podía creer que no estuviera cogida... y el fantásico y bohemio dueño, Monsieur Auzias es la definición perfecta de "charmant", amigo de Paco Ibañez, y profesor en una facultad cercana. A él le tengo que agradecer que, pese a que tras de mi llamaron dos chicas, él les respondió que "la chambre est déjà loue, et c´est pour Lara", pronunciando mi nombre con un adorable acento francés. Incluso me dijo que no nos cobrará ni fianza, e incluirá en el precio todos los gastos menos la electricidad.
Monsieur Auzias, ca c´est pour toi!
¡Gracias por todo, hoy soy feliz!

jueves, 4 de septiembre de 2008

Mi llegada

A las 9:30 de la mañana, tras haber cogido un autobús que me llevaba de Soria a Madrid a las 21:00 del día anterior, llegué a París.
Lo primero, localizar el hotel. Lo segundo, planificarme, y visitar mi facultad por que hoy a las 9:15 tenía una cita con el coordinador, y un examen (maquiavélico) para evaluar mi nivel de francés a las 16:00 en otro lugar.
Así que, con el ánimo encendido y sin dormir, mi madre (que ha venido a acompañarme, gracias a Dios) y yo, nos dirigimos alegremente a mi facultad a pie (sin entender que 15 cm. en un mapa como ese eran aproximadamente 3 horas andando).
Por el camino, ocupadas en apreciar que hasta los edificios mas torcidos de la calle más recóndita y miserable tienen aquí molduras dignas de Gran Vía, no nos dimos cuenta de que el edificio de la Opera se cernía sobre nosotros... por fortuna, un ángel dorado nos avisó a tiempo, y pudimos contemplar a la vuelta de la esquina a los bustos de los grandes genios de la música, que pasaron de nosotras y siguieron escrutando el cielo de París con ojos vacuos.
Pronto llegamos al museo de los museos, el Louvre, y cruzamos por su patio interior para acceder al Pont Royal. Callejeando, dimos con el Panteón, y mi facultad. Y por supuesto, la sempiterna Tour Eiffel vigilando desde cada rincón de París.
Demasiadas emociones para un sólo día, un día de 48 horas, así que nos dormimos exaustas tras llegar al hotel en RER.
Esta mañana, la entrevista y el examen.
Y esta tarde, he llamado a cerca de 50 pisos, me han respondido dos, y uno de ellos no tengo nada claro que podamos ponernos en contacto para quedar... El resto son contestadores, habitaciones ya alquiladas, y racistas que no quieren estudiantes españolas. C´est la vie.
Con el francés... pche. Puedo hablar, y entiendo si no hablan demasiado deprisa. El problema es que hablan a velocidades supersónicas cuando se arrancan...
Por hoy, esto es todo... la cama me llama.
Au demain!